Thursday, January 10, 2013

Melisendra


La forjaron de las lágrimas de un volcán,
con una lengua de fuego que se veía desde
el albaycín hasta el Kilimanjaro.
Le dio color al día y a la vida…
Hecha de añil de Ginkgo biloba, cada
momento único y solitario como su corazón,
el que sólo se alcanzaba con el velero de la razón
que se mezclaba con el cielo, cielo carmín en
matrimonio dulce como el pionono.
¿Será ella la mezquita escondida en este mundo
de nombres falsos y tópicos?
¿Será ella el suelo que se estira por la voluntad de mi
frente?
Pues lo haré… Caminaré hasta el día en que me pueda
quitar estas botas y relajarme en sus brazos,
mis tobillos rendidos en las chanclas

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